El nacimiento de Jesús Cristo fue acompañado por constelaciones astrológicas descritas en la Biblia. En el Evangelio según San Mateo II dice:
“Del oriente vinieron magos que seguían a una estrella, la cual se detuvo sobre el lugar donde nació el nuevo Mesías”.
El término “Magos del Oriente” apunta hacia Mesopotamia y la ciudad de Babilonia, donde existía en esa época una poderosa casta de sacerdotes y astrólogos alrededor del culto a Marduk, el planeta Júpiter. Marduk que significa estrella en el idioma babilónico, era el hijo del Sol y representaba para los Babilonios lo mismo que Zeus para los griegos o Júpiter para los romanos. Por lo tanto Marduk/Júpiter era el planeta de la sabiduría, creador del universo y del hombre.
Lo anterior confirman importantes textos babilónicos, traducidos de tablas de barro por Konradin Ferrari d´Occhieppo (Viena 1977*) que revelan anotaciones de constelaciones astrológicas muy importantes para el periodo, en el cual supuestamente nació Jesús Cristo. El texto dice:
Marduk (el planeta Júpiter) se acerca desde el Oriente a una conjunción con Tiamat (el planeta Saturno).
En forma muy especial se resalta el día 15 de Septiembre del mismo año. Esa noche los dos planetas recorrieron, en una estrecha conjunción, de oriente a occidente. Este fenómeno era de una belleza extraordinaria, porque la cercanía momentánea de Júpiter a la Tierra hizo que aquel brillara enormemente y a su lado Saturno apareció pequeño y opaco.
Posiblemente fue esta la señal que obedecieron los Magos para iniciar su viaje de Babilonia a Jerusalén. El texto resalta además los días en los cuales cambiaron Júpiter y Saturno su movimiento de retrógrado** a directo, esto fue el 12 y el 20 de noviembre 7 años a.C.
Por otro lado, desde J. Kepler (1571-1630) se sabe que precisamente siete años a.C. se produjo una conjunción entre Júpiter y Saturno en el signo de Piscis. La conjunción entre estos dos planetas se produce cada 20 años y es conocida desde épocas históricas como medidor de la dirección política y socioeconómica para cada país, señalando renovaciones y cambios de generaciones, porque el nuevo Dios (Júpiter) alcanza y vence al viejo Dios (Saturno). (Ver también el articulo sobre “la conjunción Júpiter y Saturno”)
Lo extraordinario de la conjunción en el año 7 a.C. fue que se dio 3 veces, en mayo, octubre y diciembre, esto causado por las fases retrógradas de los dos planetas al mismo tiempo, algo que solamente ocurre cada 200 años junto a la conjunción.
Con relación a este mismo fenómeno se observa también que el punto vernal, el cual marca las eras astrológicas, de acuerdo al movimiento de precesión de los equinoccios, se encontró en estas fechas entrando a la constelación del Pez, después de permanecer aproximadamente 2200 años en Aries.
Por lo tanto junto al nacimiento de Jesús se inició también una nueva era astrológica, la era de Piscis. Simbólicamente el pez (signo de Piscis) se convirtió en un importante símbolo para Cristo y el Cristianismo.
Para entender mejor las motivaciones de los Magos respecto a la conjunción Júpiter/Saturno es útil incluir la siguiente información: Saturno era considerado la estrella de Israel y los astrólogos de la época asociaban la región de Judea con el signo de Piscis. La fase culminante de la conjunción se dio en la mitad del signo de Piscis que corresponde exactamente a la región de Jerusalén/Belén, lugar donde se manifestó más destacadamente el efecto de la famosa conjunción.
Los reyes magos, al llegar a Jerusalén, preguntaron a mucha gente por el nacimiento del nuevo Mesías, pero nadie supo darles respuesta. Una noche vieron una señal importante en el cielo: el planeta Júpiter/Marduk se detenía en su camino y observaron que este fenómeno sucedía en la misma dirección en la cual esta ubicada Belén, visto desde Jerusalem. La estrella se “detuvo” como dice la Biblia “sobre el establo” donde nació Jesucristo. Esto fue el día 12 de noviembre cuando Júpiter cambio su dirección, de retrógrado a directo.
Esta fue la última señal astrológica, que indicó a los reyes magos que debían ir a Belén. Tuvieron en el último tramo de su camino, como se ve en muchas ilustraciones, a Júpiter, la estrella luminosa como una guía enfrente a ellos. Al llegar a Belén, se encontraron con la noticia de que el niño ya había nacido.
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